Círculo de Escritores de Venezuela

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jueves, 6 de marzo de 2014

El Círculo de Escritores de Venezuela te da la bienvenida




Un grupo selecto de escritores venezolanos y de hispanoamérica se reúnen con el fin de dar a conocer, divulgar y analizar su obra literaria y la de autores de hoy y de siempre. Esta labor se inició en el año 1989.


En el año 2010 la Junta Directiva del CEV inicia este blog para que conozcas cual es el propósito de la Asociación, sus integrantes y la programación.


La Junta Directiva elegida para el período 2012-2024 está integrada por: 


Carlos Alarico Gómez, Jon Aizpúrua, Luis Beltrán Mago, Magaly Salazar Sanabria, Rosario Anzola, Ildemaro Torres, Ligia Colmenares, Lidia Salas y Alvaro Pérez Capiello.
 

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VENEZUELA Y LA VENEZOLANIDAD



Por Carlos Alarico Gómez

El 24 de agosto de 1499 Alonso de Ojeda entró en la embocadura de un lago de grandes dimensiones y de exuberante hermosura al cual bautizó con el nombre de San Bartolomé por ser el día onomástico de ese santo. Ojeda estaba acompañado de Juan de La Cosa y Américo Vespucio, con quienes viajó al Nuevo Mundo para conocer a los aborígenes, fundar poblados y analizar el potencial económico del lugar. Al penetrar en el lago pudo constatar que sobre una pequeña isla se encontraba un caserío al que los aborígenes llamaban Veneci-uela, nombre que fue registrado en el mapa que elaboró Juan de La Cosa en 1499 y en el libro Suma Geográfica que escribió Martín Fernández de Enciso en 1502.

El misterio del nombre Venezuela

Se ha repetido mucho que el nombre de nuestro país se debe al parecido que Alonso de Ojeda, Juan de La Cosa y Américo Vespucio le encontraron a los palafitos de Sinamaica con las viviendas de la ciudad de Venecia, aunque la sola idea es absurda de por sí. La única similitud entre ambos poblados es que algunas casas venecianas están construidas sobre el agua, aun cuando su arquitectura es absolutamente disímil. La verdad hay que encontrarla en la Suma Geográphica, obra original de Martín Fernández de Enciso, que fue el primer libro impreso en el que se habla del Nuevo Mundo y que recibió el privilegio del Rey Carlos I el 5 de septiembre de 1518, lo que permitió que fuera editado en Sevilla un año después.
Fernández de Enciso conoció a Juan de La Cosa y Alonso de Ojeda en 1502 y viajó con ellos hasta 1510, recorriendo el Lago de Maracaibo de punta a punta. En su obra refiere que "...cerca de la tierra está una peña grande que es llana encima della. Y encima della está un lugar o casas de indios que se llama Veneci-uela… en Veneciuela es la gente bien dispuesta y hay más gentiles que no en otras partes de las de aquella tierra"1.
Los viajeros
Alonso de Ojeda logró obtener una Capitulación con los reyes Católicos en 1499 y ese mismo año viajó con varias naves en compañía de un centenar de hombres, entre los cuales se hallaban Américo Vespucio y Juan de la Cosa, con quienes se había asociado para realizar un viaje independiente sin vinculación alguna con las capitulaciones que los reyes firmaron en Santa Fe con Cristóbal Colón en 1492. Ojeda era un experimentado navegante y hombre de empresa, que probó su valor y don de gentes en el tiempo en que le tocó actuar en el territorio del nuevo Mundo. Se integró rápidamente a las costumbres locales mostrando admiración por sus elementos culturales, especialmente por sus acogedores palafitos y la contagiosa música que interpretaban con sus flautas y maracas, mientras bailaban una danza a la que llamaban “areito”, vestidos con guayucos y adornados con plumas multicolores que colocaban en sus lacias cabelleras.
En su viaje al nuevo continente lo acompañó Juan de la Cosa,[] nacido en 1450 (c.) en Cantabria, quien tuvo un papel destacado como financista y maestre de la nao Santa María, que condujo a Colón y sus hombres al Nuevo Mundo en 1492. Un año después participó en el segundo viaje y en 1499 se asoció con Alonso de Ojeda para efectuar una expedición hacia las tierras descubiertas, a la que se unió Américo Vespucio, nativo de Florencia, Italia, quien se encontraba en España enviado por la Casa Médici para que se encargara del negocio de la construcción de barcos (armadores), a la orden de Giannotto Berardi. Los Médici veían en la hazaña de Colón una estupenda oportunidad para ampliar sus negocios y estaban deseosos de incorporarse al descubrimiento. Los tres viajeros llegaron al territorio de Sinamaica el 24 de agosto de 1499, causando una lógica intranquilidad en los paraujanos, pues los recién llegados eran gente extraña, de piel blanca y ojos claros, que hablaban un lenguaje incomprensible2.
El origen de la palabra Venezuela
Al llegar al nuevo territorio comenzaron a averiguar el nombre de los lugares por donde pasaban y Juan de La Cosa tuvo la responsabilidad de colocarlos en su mapa, adaptándolos a la fonética castellana. El nombre Veneci-uela aparece impreso por primera vez en el Mapamundi que elaboró de La Cosa (1500) y que escribió de acuerdo a su fonética. A este aspecto se refirió el padre Giovanni Bottero en su obra Relaciones Universales del Mundo (1595), al igual que el padre Antonio Vázquez de Espinosa en su libro Compendio y Descripción de las Indias Occidentales (1629), en el cual coinciden en señalar que la palabra tiene un origen añú. El vocablo Venezziola resulta extraño en lengua italiana. Una expresión aceptable sería la de Piccola Venezia cuya traducción es “pequeña Venecia” y nunca Venezuela. Por lo tanto, si eso fuera cierto los venezolanos se llamarían hoy día pequeñovenecianos o hilando más fino habrían sido denominados “neovenecianos”. ¿Pero de dónde sale el gentilicio venezolano? Toda la documentación existente y de fuente inobjetable conduce a la conclusión de que el nombre de nuestro país se origina en la lengua de los paraujanos (familia arawac) y quiere decir agua-grande. La confusión se fundamenta en una carta que Vespucio dirige a Lorenzo de Médicis el 18 de julio de 1500 cuando le escribe para informarle lo acontecido en su viaje al Nuevo Mundo con Ojeda y de La Cosa. En la carta le dice “Trovammo una grandissima popolazione che tenevano le lor case fondate nel mare come Venezia…”. Es decir, habían encontrado una población grande que tenían sus casas sobre el agua como en Venecia. Lo primero que hay que decir es que Ojeda y sus acompañantes habían estado en el Delta Amacuro antes de viajar al lago hoy llamado de Maracaibo y en el Delta los indios vivían en palafitos. El segundo aspecto a considerar es la aseveración de Vespucio de que encontraron una población grande, aunque en la misma carta expresa que “Fumo a terra in un porro e trovamo una popolaziones fondata sopra l’acqua come Venezia; erano circa 44 case”. Si el caserío tenía cuarenta y cuatro casas, ¿cómo es posible que Vespucio lo calificara de grande? Analizando el problema con todo cuidado es fácil pensar que es posible que le estuviera justificando a Médicis los enormes gastos efectuados en el viaje.
Sobre este aspecto es necesario destacar que la costumbre de los conquistadores era usar los nombres que los locales le daban a los lugares que habitaban, a los que adaptaban fonéticamente de acuerdo a las normas del idioma castellano. Ejemplo de ello se puede constatar en los nombres que le dieron a Barquisimeto (Variciquimeto), Caracas (Caraca), Mar Caribe (Caribe), Teques (Teque), La Guaira (Uaira), Maracay, Mucuchíes, Capacho, Lobatera y tantos otros. Sólo usaban nombre hispánicos cuando fundaban un poblado (Mérida, San Cristóbal, Angostura). El nombre Maracaibo se debe posiblemente al cacique Mara, que gobernaba en la zona, el cual fue vencido por Ambrosio Alfínger -el primer gobernador de la Provincia de Venezuela-, quien admirado por el valor demostrado por el jefe indígena durante la guerra que sostuvieron le dio el nombre de Villa de Maracaibo a la población que fundó el 8 de septiembre de 1529.
Eso hace pensar que le dieron el nombre de Veneci-Uela al caserío que encontraron y que de La Cosa inmortalizó en el mapa que elaboró en Sinamaica en 1499 y que completó en España en 1500. En él se aprecia una referencia del autor que dice: “Juan de la Cosa la fizo en el puerto de Santa María en el año de 1500”3. La autenticidad del mapa fue establecida en 1987 por el “Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado” y en la actualidad se puede admirar en el Museo Naval de Madrid. Es por tanto el documento más antiguo del Nuevo Mundo y en él se menciona el nombre de un caserío llamado Veneci-uela, que es el más probable antecedente del nombre de nuestro país.
La integración cultural
 Lo más importante de este suceso es sin duda la integración cultural que se inició en el territorio de lo que hoy es Venezuela desde el momento en que Colón llegó a Macuro el 3 de agosto de 1498, de lo que dejó constancia en la carta-informe que le envió a la reina Isabel, en la que le decía que encontró “las tierras más fermosas del mundo...Llegué allí una mañana, antes del mediodía, y por ver este verdor y esta fermosura acordé fondear y ver los pobladores, de los cuales algunos vinieron en canoa a rogarme, de parte de su rey, que descendiera a tierra...”4. El almirante encontró todo placentero, le agradó la gente y le gustó tanto el paisaje que llegó a pensar que se encontraba en el paraíso: ...Al lago que hallé, tan grande que más se le puede llamar mar que lago, porque lago es lugar de agua y en siendo grande se le llama mar, por lo que se llama de esta manera el de Galilea y el Mar Muerto. Y digo que si esto no procede del Paraíso Terrenal, viene y procede de tierra infinita...más yo muy asentado tengo en mi ánima que allí en donde dije tierra de gracia se halla el Paraíso Terrenal...”5.
El proceso de transculturación que se vivió en este territorio dio origen a nuestro mestizaje, al que se refiere ampliamente Bolívar en la Carta de Jamaica (1815)6. La tradición mestiza de la región zuliana es sin duda las más antigua que existe en el país, en la que se observan elementos arawacos, ibéricos y africanos. La música con que bailaban el “areito” se convirtió en gaita, mientras que en la región de Bobures surgió un estilo musical para animar el “Baile de San Benito”. En el Zulia están los orígenes más profundos de nuestro mestizaje. Es el corazón mismo de la venezolanidad.   
En Paraguaná
Muy cerca del lago donde se encontraba Veneci-Uela estaba Paraguaná, península de gran hermosura, a la cual llegó Alonso de Ojeda a finales de agosto de 1499, encontrando la tribu de los caquetíos integrada por indios que se ocupaban de comerciar con la vecina isla de Curazao, los cuales eran particularmente amistosos. Ojeda se quedó tan prendado de esa tierra, así como de sus costumbres, que allí conoció a la india Guariyá, de la que se enamoró y con la que más tarde se casó, una vez que ella aceptó recibir el bautismo y cambiar su nombre por el de Isabel. De esa unión nacieron tres hijos que Ojeda llevó a España junto con su esposa para darlos a conocer a sus familiares y a la Corte. Fue sin duda un gran amor. Se quisieron tanto que Isabel no quiso seguir viviendo cuando se produjo el fallecimiento de Ojeda en Santo Domingo en 1515 y, sin que sus hijos lo supieran, se fue a la Catedral y se acostó sobre la loza de su tumba, donde fue hallada muerta. Allí reposaron hasta 1982 los restos de esos dos grandes amantes, que dieron inicio a la integración étnica que hoy predomina en nuestro país7.
La Provincia de Venezuela
Poco tiempo después de la muerte de Alonso de Ojeda y de su amada Guariyá (Isabel), el rey Carlos I emitió una real cédula el 27 de marzo de 1528, mediante la cual declaraba constituida la Provincia de Venezuela en el territorio que se encuentra entre "...el Cabo de La Vela o del fin de los límites y términos de la dicha Gobernación de Santa Marta hasta Maracapana, leste oeste norte y sur de la una mar a la otra, con todas las islas que están la dicha costa, ecebtadas las que están encomendadas y tiene a su cargo el factor Juan de Ampíes". Es decir, dio el nombre de Venezuela a la nueva provincia española, sin duda inspirado por Fernández de Enciso, quien lo conoció en 1518 en Valladolid y allí le explicó la existencia de Veneci-uela, cuyo nombre aparece en su libro y en el mapa de Juan de La Cosa. Coro, la tierra del cacique Manaure, había sido fundada por Ampíes el 26 de julio de 1527 y sirvió de capital a la Provincia de Venezuela, con lo que se dio inicio al gentilicio.
Después de Ampíes

Una vez iniciada la Conquista por los alemanes de la Casa Welser en 1528 se presentaron varios investigadores que dejaron plasmada en sus obras la explicación del nombre Venezuela. El primero de ellos fue el prelado italiano Giovanni Bottero quien viajó por el Lago de Maracaibo y la costa caribeña en el siglo XVI. Su experiencia le permitió escribir su libro Relaciones Universales del Mundo (1595) donde dice que “En el golfo de Venezuela hay una población de indios con ese nombre edificada en un peñasco essempto y relevado que se muestra sobre las aguas"8. Fernández de Enciso había escrito noventa y tres años antes que"...cerca de la tierra está una peña grande que es llana encima della. Y encima della está en un lugar o casas de indios que se llama Veneci-uela"9. En ambos casos los cronistas dicen que existe un poblado indígena llamado Veneci-uela.
Más adelante, el sacerdote español Antonio Vázquez de Espinosa viajó por casi todo el continente en el último tercio del siglo XVI y reafirmó la autoctonía del vocablo, de lo que dejó constancia en su Compendio y descripción de las Indias Occidentales fechado en 1629, expresando que: "Venezuela en la lengua natural de aquella tierra quiere decir agua grande, por la gran laguna de Maracaibo que tiene en su distrito, como quien dice, la Provincia de la grande laguna..."10.
El autor de Suma Geográfica
Fernández de Enciso tuvo la oportunidad de visitar el Zulia (nombre de la planta palometa en idioma Chibcha) en 1502 y de trabajar al lado de Ojeda, con el cual se asoció. En ese entonces entró en contacto con Juan de la Cosa, quien le mostró su mapa y le explicó los detalles del viaje de 1499 cuando asistió al descubrimiento del Lago de San Bartolomé11 (Maracaibo) acompañando a Ojeda y Vespucio. Con esos datos -y el conocimiento que obtuvo durante los años que vivió en el Caribe- pudo escribir su libro Suma Geographica, publicado en 1519 con autorización escrita del rey Carlos I en la que dice: “El cual dicho libro fué traído al mi Consejo y visto y examinado por ellos, y porque parece ser útil y provechoso túvelo por bien; y por la presente doy licencia y facultad para que vos, o quien vuestro poder hobiere, podáis imprimir el dicho libro y esfera y lo vender 12.
La lectura que hizo el rey del libro de Fernández de Enciso y el hecho de que éste se encontrara trabajando en la Corte tiene que haber influido en la Real Cédula que decretó la creación de la Provincia de Venezuela en 1528. Adicionalmente, el autor era el único que estaba cerca del rey en ese trascendental momento. Los otros protagonistas habían culminado sus días: Juan de la Cosa en 1510 cerca de la costa de Cartagena, asesinado por los indios yucpas; Vespucio en Sevilla en 1512 y Ojeda en Santo Domingo en 1515. Por lo tanto, él fue el único que pudo haber influido en el nombre que el monarca le dio a la nueva provincia: Venezuela.
Esta versión es historiográficamente demostrable, además de consistente con la política que al respecto seguían los conquistadores para bautizar los lugares descubiertos o fundados. Lo de pequeña Venecia, en cambio, es una tesis peregrina, surgida de comentarios intrascendentes que Vespucio le escribió a su protector Lorenzo de Medicis, en una carta que fechó en Sevilla el 18 de julio de 1500. En consecuencia, se debe concluir que el topónimo Venezuela es autóctono y sobre eso no debería haber ninguna duda.

La posteridad al fundador Alonso de Ojeda

Los restos de Alonso de Ojeda fueron trasladados a Venezuela en 1982 por iniciativa del Gobierno de Luis Herrera Campins, misión que le fue encomendada al padre Fernando Campo del Pozo, párroco de Ciudad Ojeda, población fundada por Eleazar López Contreras en 1939. Al llegar a su destino final fueron colocadas en un cofre y en un acto público por el obispo del Zulia, monseñor Marco Tulio Ramírez Roa, quien las bendijo con agua del Lago y las depositó en el nicho que a tal efecto había sido preparado en la Catedral de Ciudad Ojeda13.
*Carlos Alarico Gómez, Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela



1 Fernández de Enciso, Suma Geographica (1519). Madrid: Museo Naval, p. 221
2 Descubrimiento del Lago de Maracaibo (1949), por Hno. Nectario María. Caracas: Tip. Vargas, p. 3
3 , Ibidem. p. 65
4 Colón, Cristóbal (1498). Carta a la reina Isabel I. Academia de la Historia, Madrid. Consultada por el autor en 2008.
5 Ibidem.
6 Bolívar, Simón (1815). Obras Completas. México, Edit. Cumbre (1976). Tomo III, p. 184-188.
7 Hno. Nectario María, op. cit., p. 32
8 Bottero, Giovanni. Relazioni Universali (1598).
9 Vázquez de Espinosa, Antonio (1629). Compendio y descripción de las Indias Occidentales.
Washington (1948): Smithsonian Institute, p.93
10 Fernández de Enciso, op. cit., p. 221
11 El Lago de Maracaibo era llamado de Coquibacoa por los indígenas. Alonso de Ojeda le dio el nombre de San Bartolomé, por coincidir la fecha en la que lo descubrió con el día de ese Santo. Al avanzar la conquista se le dio el nombre definitivo de Maracaibo.
12 Fernández de Enciso, op. cit., p. 65
13 Los restos de Ojeda fueron trasladados en 1892 al Convento Dominico (Revista Letras y Ciencias Nº 10, julio de 1982, Santo Domingo) debido a que la catedral de San Francisco estaba en ruinas. En 1942 la referida catedral fue restaurada y los restos regresaron a su lugar de origen (Boletín del Archivo General de la Nación, octubre de 1942, República Dominicana). En diciembre de 1981 fueron entregados al párroco Campo del Pozo por gestiones de la Cancillería venezolana y trasladados a Venezuela, donde fueron sepultados en la iglesia catedral de Ciudad Ojeda en febrero de 1982.