Por
Carlos Alarico Gómez
El
24 de agosto de 1499 Alonso de Ojeda entró en la embocadura de un
lago de grandes dimensiones y de exuberante hermosura al cual bautizó
con el nombre de San Bartolomé por ser el día onomástico de ese
santo. Ojeda estaba acompañado de Juan de La Cosa y Américo
Vespucio, con quienes viajó al Nuevo Mundo para conocer a los
aborígenes, fundar poblados y analizar el potencial económico del
lugar. Al penetrar en el lago pudo constatar que sobre una pequeña
isla se encontraba un caserío al que los aborígenes llamaban
Veneci-uela, nombre que fue registrado en el mapa que elaboró Juan
de La Cosa en 1499 y en el libro
Suma Geográfica
que escribió Martín Fernández de Enciso en 1502.
El
misterio del nombre Venezuela
Se
ha repetido mucho que el nombre de nuestro país se debe al parecido
que Alonso de Ojeda, Juan de La Cosa y Américo Vespucio le
encontraron a los palafitos de Sinamaica con las viviendas de la
ciudad de Venecia, aunque la sola idea es absurda de por sí. La
única similitud entre ambos poblados es que algunas casas venecianas
están construidas sobre el agua, aun cuando su arquitectura es
absolutamente disímil. La verdad hay que encontrarla en la
Suma
Geográphica,
obra original de Martín Fernández de Enciso,
que
fue el primer libro impreso en el que se habla del Nuevo Mundo y que
recibió el privilegio del Rey Carlos I el 5 de septiembre de 1518,
lo que permitió que fuera editado en Sevilla un año después.
Fernández
de Enciso conoció a Juan de La Cosa y Alonso de Ojeda en 1502 y
viajó con ellos hasta 1510, recorriendo el Lago de Maracaibo de
punta a punta. En su obra refiere
que "...cerca
de la tierra está una peña grande que es llana encima della. Y
encima della está un lugar o casas de indios que se llama
Veneci-uela… en Veneciuela es la gente bien dispuesta y hay más
gentiles que no en otras partes de las de aquella tierra".
Los
viajeros
Alonso
de Ojeda logró obtener una Capitulación con los reyes Católicos en
1499 y ese mismo año viajó con varias naves en compañía de un
centenar de hombres, entre los cuales se hallaban Américo Vespucio y
Juan de la Cosa, con quienes se había asociado para realizar un
viaje independiente sin vinculación alguna con las capitulaciones
que los reyes firmaron en Santa Fe con Cristóbal Colón en 1492.
Ojeda era un experimentado navegante y hombre de empresa, que probó
su valor y don de gentes en el tiempo en que le tocó actuar en el
territorio del nuevo Mundo. Se integró rápidamente a las costumbres
locales mostrando admiración por sus elementos culturales,
especialmente por sus acogedores palafitos y la contagiosa música
que interpretaban con sus flautas y maracas, mientras bailaban una
danza a la que llamaban “areito”, vestidos con guayucos y
adornados con plumas multicolores que colocaban en sus lacias
cabelleras.
En
su viaje al nuevo continente lo acompañó Juan de la Cosa,[]
nacido en 1450 (c.) en Cantabria, quien tuvo un papel destacado como
financista y maestre de la nao Santa María, que condujo a Colón y
sus hombres al Nuevo Mundo en 1492. Un año después participó en el
segundo viaje y en 1499 se asoció con Alonso de Ojeda para efectuar
una expedición hacia las tierras descubiertas, a la que se unió
Américo Vespucio,
nativo de Florencia, Italia, quien se encontraba en España enviado
por la Casa Médici para que se encargara del negocio de la
construcción de barcos (armadores), a la orden de Giannotto
Berardi. Los Médici veían en la hazaña de Colón una estupenda
oportunidad para ampliar sus negocios y estaban deseosos de
incorporarse al descubrimiento. Los
tres viajeros llegaron
al territorio de Sinamaica el 24 de agosto de 1499, causando una
lógica intranquilidad en los paraujanos, pues los recién llegados
eran gente extraña, de piel blanca y ojos claros, que hablaban un
lenguaje incomprensible.
El
origen de la palabra Venezuela
Al
llegar al nuevo territorio comenzaron a averiguar el nombre de los
lugares por donde pasaban y Juan de La Cosa tuvo la responsabilidad
de colocarlos en su mapa, adaptándolos a la fonética castellana.
El
nombre Veneci-uela aparece impreso por primera vez en el Mapamundi
que
elaboró de La Cosa (1500) y que escribió de acuerdo a su fonética.
A este aspecto se refirió el padre Giovanni Bottero en su obra
Relaciones
Universales del Mundo
(1595), al igual que el padre Antonio Vázquez de Espinosa en su
libro Compendio
y Descripción de las Indias Occidentales (1629),
en el cual coinciden en señalar que la palabra tiene un origen añú.
El vocablo Venezziola
resulta extraño en lengua italiana. Una expresión aceptable sería
la de Piccola
Venezia
cuya traducción es “pequeña Venecia” y nunca Venezuela. Por lo
tanto, si eso fuera cierto los venezolanos se llamarían hoy día
pequeñovenecianos o hilando más fino habrían sido denominados
“neovenecianos”. ¿Pero de dónde sale el gentilicio venezolano?
Toda la documentación existente y de fuente inobjetable conduce a la
conclusión de que el nombre de nuestro país se origina en la lengua
de los paraujanos (familia arawac) y quiere decir agua-grande. La
confusión se fundamenta en una carta que Vespucio dirige a Lorenzo
de Médicis el 18 de julio de 1500 cuando le escribe para informarle
lo acontecido en su viaje al Nuevo Mundo con Ojeda y de La Cosa. En
la carta le dice “Trovammo una grandissima popolazione che tenevano
le lor case fondate nel mare come Venezia…”. Es decir, habían
encontrado una población grande que tenían sus casas sobre el agua
como en Venecia. Lo primero que hay que decir es que Ojeda y sus
acompañantes habían estado en el Delta Amacuro antes de viajar al
lago hoy llamado de Maracaibo y en el Delta los indios vivían en
palafitos. El segundo aspecto a considerar es la aseveración de
Vespucio de que encontraron una población grande, aunque en la misma
carta expresa que “Fumo a terra in un porro e trovamo una
popolaziones fondata sopra l’acqua come Venezia; erano circa 44
case”. Si el caserío tenía cuarenta y cuatro casas, ¿cómo es
posible que Vespucio lo calificara de grande? Analizando el problema
con todo cuidado es fácil pensar que es posible que le estuviera
justificando a Médicis los enormes gastos efectuados en el viaje.
Sobre
este aspecto es necesario destacar que la costumbre de los
conquistadores era usar los nombres que los locales le daban a los
lugares que habitaban, a los que adaptaban fonéticamente de acuerdo
a las normas del idioma castellano. Ejemplo de ello se puede
constatar en los nombres que le dieron a Barquisimeto
(Variciquimeto), Caracas (Caraca), Mar Caribe (Caribe), Teques
(Teque), La Guaira (Uaira), Maracay, Mucuchíes, Capacho, Lobatera y
tantos otros. Sólo usaban nombre hispánicos cuando fundaban un
poblado (Mérida, San Cristóbal, Angostura). El
nombre Maracaibo se debe posiblemente al cacique Mara, que gobernaba
en la zona, el cual fue vencido por Ambrosio Alfínger -el primer
gobernador de la Provincia de Venezuela-, quien admirado por el valor
demostrado por el jefe indígena durante la guerra que sostuvieron le
dio el nombre de Villa
de Maracaibo
a la población que fundó el 8 de septiembre de 1529.
Eso
hace pensar que le dieron el nombre de Veneci-Uela al caserío que
encontraron y que de La Cosa inmortalizó en el
mapa
que
elaboró en Sinamaica en 1499 y que completó
en España en 1500. En él se aprecia una referencia del autor que
dice: “Juan de la Cosa la fizo en el puerto de Santa María en el
año de 1500”.
La autenticidad del mapa fue establecida en 1987 por el “Gabinete
de Documentación Técnica del Museo del Prado” y en la actualidad
se puede admirar en el Museo Naval de Madrid. Es por tanto el
documento más antiguo del Nuevo Mundo y en él se menciona el nombre
de un caserío llamado Veneci-uela, que es el más probable
antecedente del nombre de nuestro país.
La
integración cultural
Lo
más importante de este suceso es sin duda la integración cultural
que se inició en el territorio de lo que hoy es Venezuela desde el
momento en que Colón llegó a Macuro el
3 de agosto de 1498, de lo que dejó constancia en la carta-informe
que le envió a la reina Isabel, en la que le decía que encontró
“las
tierras más fermosas del mundo...Llegué allí una mañana, antes
del mediodía, y por ver este verdor y esta fermosura acordé fondear
y ver los pobladores, de los cuales algunos vinieron en canoa a
rogarme, de parte de su rey, que descendiera a tierra...”.
El almirante encontró todo placentero, le agradó la gente y le
gustó tanto el paisaje que llegó a pensar que se encontraba en el
paraíso: ...Al
lago que hallé, tan grande que más se le puede llamar mar que lago,
porque lago es lugar de agua y en siendo grande se le llama mar, por
lo que se llama de esta manera el de Galilea y el Mar Muerto. Y digo
que si esto no procede del Paraíso Terrenal, viene y procede de
tierra infinita...más yo muy asentado tengo en mi ánima que allí
en donde dije tierra de gracia se halla el Paraíso Terrenal...”.
El
proceso de transculturación que se vivió en este territorio dio
origen a nuestro mestizaje, al que se refiere ampliamente Bolívar en
la Carta
de Jamaica
(1815).
La tradición mestiza de la región zuliana es sin duda las más
antigua que existe en el país, en la que se observan elementos
arawacos, ibéricos y africanos. La música con que bailaban el
“areito” se convirtió en gaita, mientras que en la región de
Bobures surgió un estilo musical para animar el “Baile de San
Benito”. En el Zulia están los orígenes más profundos de nuestro
mestizaje. Es el corazón mismo de la venezolanidad.
En
Paraguaná
Muy
cerca del lago donde se encontraba Veneci-Uela estaba Paraguaná,
península de gran hermosura, a la cual llegó Alonso de Ojeda a
finales de agosto de 1499, encontrando la tribu de los caquetíos
integrada por indios que se ocupaban de comerciar con la vecina isla
de Curazao, los cuales eran particularmente amistosos. Ojeda se quedó
tan prendado de esa tierra, así como de sus costumbres, que allí
conoció a la india Guariyá, de la que se enamoró y con la que más
tarde se casó, una vez que ella aceptó recibir el bautismo y
cambiar su nombre por el de Isabel. De esa unión nacieron tres hijos
que Ojeda llevó a España junto con su esposa para darlos a conocer
a sus familiares y a la Corte.
Fue sin duda un gran amor. Se quisieron tanto que Isabel no quiso
seguir viviendo cuando se produjo el fallecimiento de Ojeda en Santo
Domingo en 1515 y, sin que sus hijos lo supieran, se fue a la
Catedral y se acostó sobre la loza de su tumba, donde fue hallada
muerta. Allí reposaron hasta 1982 los restos de esos dos grandes
amantes, que dieron
inicio a la integración étnica que hoy predomina en nuestro país.
La
Provincia de Venezuela
Poco
tiempo después de la muerte de Alonso de Ojeda y de su amada Guariyá
(Isabel), el rey Carlos I emitió una real cédula el 27 de marzo de
1528, mediante la cual declaraba constituida la Provincia de
Venezuela en el territorio que se encuentra entre "...el
Cabo de La Vela o del fin de los límites y términos de la dicha
Gobernación de Santa Marta hasta Maracapana, leste oeste norte y sur
de la una mar a la otra, con todas las islas que están la dicha
costa, ecebtadas las que están encomendadas y tiene a su cargo el
factor Juan de Ampíes".
Es decir, dio el nombre de Venezuela a la nueva provincia española,
sin duda inspirado por Fernández de Enciso, quien lo conoció en
1518 en Valladolid y allí le explicó la existencia de Veneci-uela,
cuyo nombre aparece en su libro y en el mapa de Juan de La
Cosa. Coro, la tierra del cacique Manaure, había sido fundada
por Ampíes el 26 de julio de 1527 y sirvió de capital a la
Provincia de Venezuela, con lo que se dio inicio al gentilicio.
Después
de Ampíes
Una
vez iniciada la Conquista por los alemanes de la Casa Welser en 1528
se presentaron varios investigadores que dejaron plasmada en sus
obras la explicación del nombre Venezuela. El primero de ellos fue
el prelado italiano Giovanni Bottero quien viajó por el Lago de
Maracaibo y la costa caribeña en el siglo XVI. Su experiencia le
permitió escribir su libro Relaciones
Universales del Mundo
(1595) donde dice que “En
el golfo de Venezuela hay una población de indios con ese nombre
edificada en un peñasco essempto y relevado que se muestra sobre las
aguas".
Fernández de Enciso había escrito noventa y tres años antes
que"...cerca
de la tierra está una peña grande que es llana encima della. Y
encima della está en un lugar o casas de indios que se llama
Veneci-uela".
En
ambos casos los cronistas dicen que existe un poblado indígena
llamado Veneci-uela.
Más
adelante, el sacerdote español Antonio Vázquez de Espinosa viajó
por casi todo el continente en el último tercio del siglo XVI y
reafirmó la autoctonía del vocablo, de lo que dejó constancia en
su Compendio
y descripción de las Indias Occidentales
fechado en 1629, expresando que: "Venezuela
en la lengua natural de aquella tierra quiere decir agua grande, por
la gran laguna de Maracaibo que tiene en su distrito, como quien
dice, la Provincia de la grande laguna...".
El
autor de Suma Geográfica
Fernández
de Enciso tuvo la oportunidad de visitar el Zulia (nombre de la
planta palometa en idioma Chibcha) en 1502 y de trabajar al lado de
Ojeda, con el cual se asoció. En ese entonces entró en contacto con
Juan de la Cosa, quien le mostró su mapa y le explicó los detalles
del viaje de 1499 cuando asistió al descubrimiento del Lago de San
Bartolomé
(Maracaibo) acompañando a Ojeda y Vespucio. Con esos datos -y el
conocimiento que obtuvo durante los años que vivió en el Caribe-
pudo escribir su libro Suma
Geographica,
publicado en 1519 con autorización escrita del rey Carlos I en la
que dice: “El
cual dicho libro fué traído al mi Consejo y visto y examinado por
ellos, y porque parece ser útil y provechoso túvelo por bien; y por
la presente doy licencia y facultad para que vos, o quien vuestro
poder hobiere, podáis imprimir el dicho libro y esfera y lo vender”
.
La
lectura que hizo el rey del libro de Fernández de Enciso y el hecho
de que éste se encontrara trabajando en la Corte tiene que haber
influido en la Real Cédula que decretó la creación de la Provincia
de Venezuela en 1528. Adicionalmente, el autor era el único que
estaba cerca del rey en ese trascendental momento. Los otros
protagonistas habían culminado sus días: Juan de la Cosa en 1510
cerca de la costa de Cartagena, asesinado por los indios yucpas;
Vespucio en Sevilla en 1512 y Ojeda en Santo Domingo en 1515. Por lo
tanto, él fue el único que pudo haber influido en el nombre que el
monarca le dio a la nueva provincia: Venezuela.
Esta
versión es historiográficamente demostrable, además de consistente
con la política que al respecto seguían los conquistadores para
bautizar los lugares descubiertos o fundados. Lo de pequeña Venecia,
en cambio, es una tesis peregrina, surgida de comentarios
intrascendentes que Vespucio le escribió a su protector Lorenzo de
Medicis, en una carta que fechó en Sevilla el 18 de julio de 1500.
En consecuencia, se debe concluir que el topónimo Venezuela es
autóctono y sobre eso no debería haber ninguna duda.
La
posteridad al fundador Alonso de Ojeda
Los
restos de Alonso de Ojeda fueron trasladados a Venezuela en
1982
por iniciativa del Gobierno de Luis Herrera Campins, misión que le
fue encomendada al padre Fernando Campo del Pozo, párroco de Ciudad
Ojeda, población fundada por Eleazar López Contreras en 1939. Al
llegar a su destino final fueron colocadas en un cofre y en un acto
público por el obispo del Zulia, monseñor Marco Tulio Ramírez Roa,
quien las bendijo con agua del Lago y las depositó en el nicho que a
tal efecto había sido preparado en la Catedral de Ciudad Ojeda.
*Carlos Alarico Gómez, Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela