Círculo de Escritores de Venezuela

Círculo de Escritores de Venezuela

domingo, 7 de agosto de 2011

ALID SALAZAR: CARACAS ABISMAL



Por Alid Salazar

El bullicio de Capitolio define a las gentes del suburbio: “Alos chino” “lleve su hombre Araña” “frescos - helados” Es inevitable el aturdimiento, el roce, el choque y presenciar varias escenas en un mismo instante. A la salida del metro en Mercaderes, me distraigo pensando en esa isla larga que conduce hacia la plaza Bolívar; con su enorme cantidad de palomas haciendo sus figuras en el aire, ancianos que se reunían en la tarde o la mañana a echarse los cuentos de otros tiempos, mientras algunos leían el periódico, otros hablaban de caballos y se entretenían viendo algún juego de ajedrez. Aunque mucha de esa gente aun frecuenta la plaza. El nonagenario italiano vestido de blanco impoluto con su bastón de apoyo, que caminaba delante de mí, fue asaltado por dos morenos altos, mientras uno le ataba las manos con las suyas, el otro le sacaba la cartera y huyeron raudos. “ladroni, guante di seta, ladroni di valuta” Una señora con bolsas de mercado grita “ladrones, agárrenlos”.

Por unos instantes no supe de mi. Me quedé con la impotencia tatuada en el alma. Subí al autobús pensando en la inseguridad de mi ciudad, abstraída por la situación me quedé apiñada entre el gentío, un joven amablemente me cedió un puesto, otro sentado a mi lado leía un periódico oficialista. Yo seguía pensando que no pude hacer nada por el viejecito. “La ciudad está extraña” No contesto. “Pasa algo raro, la siento latente” Avanzamos por la Avenida Baralt, observo sus calles abarrotadas de desperdicios. “Como no va a estar latente” le digo “si a cada instante suceden cosas terribles, fíjate la avenida principal está oscura, el metro está congestionado, las escaleras mecánicas no sirven…” Continué enumerando otros tantos detalles. El chico que quería tomarme el pulso para saber mis opiniones, no resistió y se bajó “Prefiero caminar por Caracas para respirar su aire”

Lo vi brincar algunas alcantarillas salidas de su entorno, lanzarse de la calzada al pavimento porque la basura no lo dejaba avanzar. Desde la ventanilla disfruté La Plaza Miranda, que la remodelaron pero no deja de tener maleantes, hetairas, trasnochados e indigentes. Unas mujeres se lanzaban botellas, se decían groserías y los transeúntes corrían asustados. Cerré los ojos y pensé en la belleza de mi ciudad cuando alguna vez está limpia, sus árboles chispeantes y su gente amable. Pasamos por El Mercado de Quinta Crespo y siento nostalgia; evoco mi infancia cuando acompañaba a mis tías a hacer las compras y aunque nunca me han gustado los mercados, ese era un momento de unión con mi familia, un paseo que no me gustaba pero que con el tiempo ha adquirido su valor sentimental, al igual que el mercado de San Martín. Continuamos avanzando y el tráfico era un caos.

La Plaza Madariaga en El Paraíso, estaba muy oscura, sus árboles la arropaban y las intersecciones la bordeaban autos estacionados. El sonido de la música en el bus estaba muy elevado; era un reggaetón aún así el chofer escuchaba a quién solicitaba parada. La Avenida Páez estaba abrumada por la locura de los conductores. El calor era obstinante, sudé como en un baño de vapor. Pasamos por El Pedagógico y recordé que mi madrina me llevaba de niña, también al liceo Aplicación, donde ella daba clases. Esta es solo una parte de la ciudad que ayer recorrí con mucho temor.

De pronto no sabía a donde iba, vi el restauran El Maracaná, solicité parada cerca del Estadio Brígido Iriarte. Crucé la calle, me senté y solicité al mesonero que me sirviera una cerveza bien fría, tomé mi libreta de notas y comencé a escribir. Un muchacho con el torso desnudo, sus ojos relampagueantes, llenos de temor y de rabia me sorprendió en mi concentración: “¡tengo hambre, dame de comer!” Me quedé mirándolo, no tenía más de diecisiete años, estaba descalzo y sus cabellos ensortijados hacía mucho que no sabían de agua y jabón.

Alid Salazar, venezolana, escritora y actriz de teatro. Humanista

No hay comentarios:

Publicar un comentario